
Cómo describir algo indescriptible. Cómo explicar lo que vivimos en esa ciudad, en esa isla. Cómo poder contar qué es lo que nos atrapó, lo que nos dejó sin sentido. Me es imposible. Llevo dos meses intentándolo, pero las palabras no salen, los sentimientos se golpean unos a otros en mi cabeza, en mi corazón, pero no puedo sacarlos. Igual los quiero sólo para mi.
Sus gentes, su carácter, sus playas, sus calles, sus terrazas, sus poetas, sus músicos, su jazz, sus mojitos, sus daikiris... ¿Cómo explicar todo eso? No puedo, lo siento. Tienes que ir allí. Vivirlo. Sentirlo. Entonces podrás comprenderme, mientras tanto, sólo seré para ti una simple loca con depresión posvacacional. Pero, en el fondo, tú también sabes que no es así.
No es que merezca la pena, es más que eso. Es el lugar al que todos hemos soñado escapar en más de una ocasión. Huir y vivir, al fin, con una tranquilidad que para nosotros es mucho más que una desconocida.
Me cuesta tanto elegir una sola foto y a la vez me cuesta tantísimo tener que verlas para elegir una... Escuchar el son, cerrar los ojos e imaginar por un sólo instante que estoy allí. Es algo, simplemente, tranquilizador.
Prometo que en próximas entradas contaré más de una de las divertidas aventuras que viví con la Pu y en el Franxu en esa isla, en ese paraiso llamado Cuba.